TRAVESÍA GUACHETÁ

Cuando sentimos que las actividades diarias nos consumen y necesitamos un respiro, nada como una buena rodada para reconectarse con la naturaleza y tener un cambio de perspectiva.

 

Para lo anterior, una escapada de fin de semana es lo que el cuerpo y la mente añoran y que mejor que hacerlo sobre la bici.

Jornada 1: Bogotá, Cucunubá, Guachetá

Para la salida de dos días, trazamos un circuito cuyo objetivo es descubrir los territorios carboníferos que se encuentran en municipios como Tausa, Sutatausa, Ubaté, Cucunubá y Lenguazaque. Nuestra referencia y punto de llegada es Guachetá, municipio de 12.000 habitantes y localizado en el extremo Norte de Cundinamarca colindando con el Departamento de Boyacá.

 

Es un recorrido relativamente corto puesto que son menos de 100km y 1.300 m de desnivel acumulado, pero el paisaje y ambiente que atravesamos es único en su especie.

 

Partimos del norte de la Capital por la autopista Bogotá-Tunja hasta tomar el desvío a Briceño. Desde este punto conectamos con la vía a Ubaté, que es conocida por muchos pero muy poco recorrida por ciclistas a pesar de que ofrece unas carteristas mixtas que abarcan los gustos de ciclistas rodadores, escaladores y aventureros; lo malo es que su carretera principal es de carril sencillo, sin berma y con tráfico vehicular pesado…definitivamente una mala combinación. Sin embargo, es la vía de acceso más directa, así que la afrontamos con la mayor concentración para minimizar los riesgos.

 

Antes de media mañana estamos coronando ALTO DE TIERRA NEGRA y tomando el desayuno en uno de los locales de la cima asegurándonos de tener el tanque lleno para los próximos kilómetros. Justo en este punto, tomamos el desvío desde la autopista que nos lleva a Cucunubá a través de caminos destapados rodeados por minas de carbón y de extracción de materiales.

 

El tramo de poco más de 17km, es un ambiente muy diferente a cualquier otro que hayamos recorrido pues, aunque te sientes alejado del trajín de las grandes urbes, el constante movimiento de vehículos de todo tamaño y trabajadores hace que tus sentidos estén despiertos y absorbiendo las diferentes señales, por lo que es muy entretenido y diferente.

 

También nos hace reflexionar sobre la economía local pues es emocionante pensar en la evolución que ha tenido la industria de la minería durante las últimas décadas y su efecto en la economía de las poblaciones que la rodean. Sin embargo, contrasta con el impacto ambiental que produce la extracción y transporte de los minerales cubriendo el paisaje, y nuestros rostros, de tierra negra y polvo.

 

Llegamos a Cucunubá y damos una vuelta por su parque principal formado por rocas naranjas y amarillas, muy propios de esta zona, que le dan un aire místico y antiguo al Municipio. Continuamos hasta Lenguazaque por más caminos de herradura y con más empresas y compañías enfatizan la importancia de esta actividad industrial. Nos premiamos con un generoso almuerzo y emprendemos los últimos kilómetros para llegar a la meta.

 

Guachetá nos recibe con un cielo gris y una ligera lluvia que nos hace correr los últimos kilómetros para no mojarnos y pescar algún resfriado, afortunadamente es pasajera y llegamos sanos y salvos, con tiempo para caminar el pueblo, comer y conocer.

Jornada 2: Lenguazaque, Villapinzón, Bogotá

Siendo un fin de semana, emprendemos el camino de vuelta a casa temprano en la mañana. La ruta trazada consiste en volver a Lenguazaque y ahí desviarse a Villapinzón atravesando el cerro que separa las poblaciones.

 

El primer obstáculo a superar es Alto de la Paja, un puerto de 6Km al 6% de terreno mixto que se encuentra en la salida de Lenguazaque y que nos toma poco mas de 45 minutos escalar. Tiene curvas y pendientes doble digito que hacen arder las piernas, pero te compensan con la panorámica del pueblo a varios metros de altitud.

 

Poco después de coronar, no cantamos victoria porque hay otro ascenso de similares características cuyo nombre no conocemos y dudamos lo tenga, pues debe ser transitado principalmente por los locales en moto y no muchos ciclistas aventureros llegaran hasta estos recónditos lugares.

 

Llegamos terminando la mañana a Villapinzón buscando un buen desayuno frente a la plaza de mercado que nos recarga de energía pues el desgaste fue importante para llegar a este municipio.

 

El camino restante es por la Autopista Tunja-Bogotá, el cual es muy conocida por los ciclistas capitalinos ya que es uno de los tramos preferidos por los ruteros para rodar como si no hubiera un mañana y como entrenamiento para las competencias de los deportistas amateurs.

Como es una vía tan despejada, nuestro mayor obstáculo será el viento pues nos golpea sin piedad y nos obliga a administrar nuestras fuerzas y energía para tener un buen paso. Lo favorable es que por ser Domingo, nos encontramos varios colegas volviendo a casa de sus jornadas y cuando nos es posible, intentamos aprovechar algo de cobertura para avanzar y ahorrar algo de energía, aunque claro está, que son breves momentos antes de que la diferencia de ritmo se imponga y nos separemos.

 

No obstante, la formula funcionó y con sorpresa vemos que el reloj marca la 2:00pm y ya divisamos la congestionada y mal asfaltada entrada a Bogotá, por lo que damos los últimos pedalazos con mas calma para evitar cualquier accidente entre el trafico vehicular, y llegamos a casa con el cuerpo cansado, pero con el alma recargada para los próximos días de vida citadina.

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